Cuando solicitas un crédito hipotecario, la institución financiera (no importando cuál) puede pedir que cumplas ciertos requisitos como la garantía del cobro del préstamo que te están otorgando y el más habitual es el aval, ya que de esta manera podrá hacer frente a los pagos de la hipoteca.
De forma general, un aval es una persona o un bien de alto valor que sirve como garantía de pago ante una entidad bancaria. No obstante, su figura ha cambiado mucho en los últimos años.
Ahora el banco ya no le da importancia al hecho de tener uno, sino a la capacidad real que tienes tú como cliente para hacer frente a los pagos, pero en caso de que detecten una insuficiencia económica o falta de patrimonio como garantía del crédito, es ahí cuando su trabajo se pone en práctica.
Y de no cubrirse la deuda adecuadamente, el compromiso pasa a nombre del aval y tiene la obligación de pagarla aunque no hayas recibido ni gastado ese dinero.
Pero no sirve cualquier persona, ya que para ser aval se necesita:
- Ser mayor de edad.
- Tener solvencia económica e ingresos estables y suficientes para poder hacer frente a los pagos mensuales de la hipoteca de ser necesario.
- No tener deudas, o si las tiene que sean deudas pequeñas para que la entidad bancaria lo acepte como avalista.
- Disponer de un patrimonio suficiente que sirva de garantía como bienes inmuebles libres de gravamen.
El aval hipotecario absorberá el compromiso y este responde a tu obligación en caso de no poder pagar. También puede denominarse como sinónimo de fianza, garantía, o garantía personal.
Tipos de aval y sus clasificaciones
Podríamos hacer dos grandes clasificaciones de los avales en función de diferentes variables.
En función del emisor:
- Aval personal: emitido por una persona física o jurídica, quien se compromete al pago de la deuda en caso de incumplimiento del prestatario, o deudor principal.
- Aval bancario: es una entidad financiera la que avala y se compromete a pagar una deuda.
En función de que la entidad financiera se comprometa
- Aval técnico: se garantiza el cumplimiento de una obligación de naturaleza no económica, como puede ser la realización de una obra o servicio.
- Aval como producto financiero: lo ofrecen los bancos y las entidades financieras. En este caso, el banco no concede un préstamo, sino que a cambio de una cantidad de dinero.
Básicamente, el aval te respaldará en tu crédito hipotecario y te ayudará a pagar la deuda en caso de que tú no puedas. Un aval es una persona que confía en ti ciegamente, pues sabe que puedes cubrir la deuda y que no le fallarás.
No obstante, existe la posibilidad de limitar la responsabilidad del avalista, estipulándolo en el contrato del préstamo hipotecario.
En cualquier caso, siempre se puede negociar y tenerlo en cuenta a la hora de buscar y comparar hipotecas, ya que algunas pueden ser más flexibles que otras en este tema.
Para que una institución financiera otorgue un crédito debe realizar un estudio a la persona que lo solicita y el aval se responsabiliza a cumplir con la obligación financiera del deudor en caso que éste, por alguna razón, no pueda pagar el crédito otorgado.
En caso de fungir como aval, es esencial informarse y considerar lo siguiente:
- Investiga a la persona que te lo está solicitando: conoce lo más que puedas de la persona que te pide serlo, sin importar si se trata de familiares, amistades o personas conocidas. Verifica que sea alguien responsable y formal.
- Pregunta sobre el tipo de crédito que desea contratar: toma en cuenta que la deuda podría llegar a ser tuya en caso de que se incumpla con el pago de la misma.
- Indaga sobre sus ingresos: asegúrate de que los ingresos de la persona que desea el crédito sean estables y no tenga otras deudas para cumplir con sus obligaciones.
Lo que distingue un aval de un fiador es que el aval queda obligado de manera solidaria con el deudor principal, y puede ser demandado en forma directa por el acreedor, a diferencia del fiador que no puede ser forzado a pagar al acreedor sin que de manera previa sea demandado el deudor principal.
Es muy importante tener en cuenta esta diferencia a la hora de prestarse como avalista o fiador en un préstamo, sobre todo cuando se trata de un crédito hipotecario, porque así se evitan confusiones al momento de firmar un contrato.
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