Como muchos otros términos que usamos en la cotidianidad, la palabra ‘hipoteca’ es herencia lingüística de la cultura griega y romana. Exactamente, el término se deriva del griego ‘hypotheke’, que en su descomposición etimológica significa:
Hypo: debajo
Theke: cajón
Y hacía referencia a un fundamento, cimiento o garantía de algo: “que está debajo del cajón”.
El término era utilizado para nombrar un modelo informal que se manejaba en la Antigua Grecia, para dar liquidez a las clases agricultoras -llamadas labriegos-. El modelo consistía en que las clases pudientes daban préstamos a los labriegos bajo la garantía de sus utensilios, para que pudieran trabajar, y también pagar su deuda.
Y aunque estos son los primeros registros de la definición y los usos de la palabra hipoteca, el concepto tuvo una importante evolución a lo largo de la historia y salto de cultura en cultura hasta llegar al día de hoy.
De la ‘hypotheke’ a la hipoteca
Aún cuando fueron los griegos, los que emplearon el término para referirse a un préstamo con garantía, fueron los romanos los que pulieron y popularizaron el modelo. Los romanos básicamente tomaron prestado el modelo de ‘hypotheke’ y lo convirtieron en un esquema de financiación ‘masivo’.
Bajo la reglamentación del derecho romano, existían dos formas de acceder al beneficio: la fiducia y la prenda -que en latín sonaban mucho más interesantes-.
La fiducia, consistía en que el deudor vendía una porción de sus bienes al acreedor. Mientras que la prenda, funcionaba más como la figura hipotecaria de hoy en día, en la que el deudor iba pagando su deuda, bajo la garantía de sus bienes (principalmente tierras para trabajar).
Luego de años de uso, el concepto terminó de consolidarse durante la Edad Media, cuando los registros de propiedad tomaron fuerza.
Ahora sí, lo mío es mío
Durante la Edad Media, se dio un retorno importante del hombre a las labores del campo, lo que impulsó la instauración de grandes terratenientes. Esto hizo que la propiedad privada tomara gran relevancia, y comenzará a hacerse registro de propietarios y control de impuestos.
En este orden, la figura de la hipoteca se convirtió en la gran oportunidad que tenían los vasallos y clases obreras para obtener un terreno. Así, el crédito territorial o hipoteca, se consolidó como una fuente de financiación base para muchas poblaciones en la época feudal.
No obstante, esta figura aún en la Edad Media se movía bajo la informalidad y los tratos de palabras, por lo que tenía aún muchas falencias, injusticias y cuentas pendientes.
Cuando la hipoteca se modernizó
El salto de la hipoteca de corte feudal a la moderna, se da más o menos en la década de los 70, cuando en Estados Unidos, se comenzó a hacer algo llamado «securitización de los títulos garantizados». Con este certificado, las personas podían adquirir préstamos para vivienda, bajo la garantía de estos mismos activos, que eran reales y certificados.
Asimismo, en España se popularizó un modelo llamado «hipoteca cambiaria. Esta hacía referencia a la firma de un número de letras por una cantidad de tiempo determinado, que obligaban al deudor a pagar sus compromisos bajo la premisa «cueste lo que cueste». Pues si el deudor no cumplía, pagaba con su tierra o con el bien pactado.
Así en diferentes países se probaron varios modelos derivados de la primera noción griega de hipoteca, hasta llegar al modelo que conocemos hoy.
¿Qué es una hipoteca en el siglo XXI?
Según el Código Civil Federal, en México, una hipoteca es «una garantía real constituida sobre bienes que no se entregan al acreedor, y que da derecho a éste, en caso de incumplimiento de la obligación garantizada, a ser pagado con el valor de los bienes, en el grado de preferencia establecido por la ley.»
Es decir que, tal como pasaba en el Imperio Romano, en el siglo XXI, la hipoteca es un acuerdo que se adquiere bajo la garantía de un bien, pero en este caso, está mucho más organizado, regulado y controlado.
¿Cuál es el futuro de las hipotecas?
Este modelo es cada día más importante en el sistema económico mundial, por lo que no se predice un posible decaimiento de la hipoteca. Pero sí un tránsito importante hacia la virtualidad -como en todo-, donde se podrá cotizar, solicitar y oficializar una hipoteca con un par de clics.
Por otra parte, basado en el movimiento del sector en los últimos años, en el ámbito hipotecario continuará dominando la competencia por tasas de interés bajas y preferenciales. Asimismo, se pronostica que la mayoría de las hipotecas serán de tipo fijo.
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